5 jul 2011

Un domingo tristemente inolvidable

or cuestiones laborales y personales abandoné mi medio para hablar de River, mi amado club ese del cual soy hincha gracias a mi tía que al nacer me dejo en la cuna del hospital la camisetita con la banda roja. Fue sorprendente leer el ultimo texto que publique a fines de marzo de este año, se hablaba en un tono esperanzador. A esa altura llegaba la primera derrota del torneo en la quinta fecha, antes había logrado dos empates y dos victorias. Si uno lo ve ahora, con el final ya resuelto no sorprende las victorias porque fueron ante Independiente y Huracán, el primero de mal campeonato y el segundo terminó descendiendo. Luego se sucederían algunas victorias, no trascendentes pero sí se acumularían sin cesar los empates. Yendo a los números, se ganaron 6 partidos, perdieron 5 y empataron 8. Tanto Juan José Lopez como su cuerpo técnico y el propio Daniel Alberto Passarella, presidente de la institución, sabían antes de comenzar este torneo a lo que se enfrentaban. Uno podría decir ahora que se se subestimó la situación, que no se hizo nada, que los refuerzos no fueron tal (solo uno: Bordagaray) y muchas otras cosas pero de nada serviría. Los responsables como todos dicen, están más que a la vista y no quiero ahondar en ellos pues creo que se ha dicho todo aunque aún quedan mil y un cosas ocultas que pocos saben (no soy yo ese quien tiene ese don). El dolor que sentí ese domingo, así como cuando uno pierde a alguien querido. Algunos lo verán como una exageración, pero los hinchas genuinos, esos que no pedimos nada a cambio de nuestra pasión, viajamos como podemos a las canchas, hacemos todo por llegar alternando entre buenas o malas, no la estamos ni la pasamos bien. Costó y sigue costando ver los medios de comunicación hablando que River ha perdido la categoría.