
En los dos partidos jugados, el Ogro incentivó a sus compañeros y demostró que se puede volver a sentir el amor por la camiseta en tiempos en que el fútbol es sólo un negocio. Pipo había dicho que sólo lo pondría 10 minutos y en ambos partidos lo puso casi 30 minutos que fueron vitales para el desenlace del match. Si Fabbiani contagia seguido a sus compañeros se puede llegar a soñar con un River diferente, un equipo con garra, ganas y sobre todo una pizca de amor por la camiseta. Esa pizca que sólo el Ogro parece saber transmitirle a sus colegas en estos tiempos. Siga así Ogro!

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